El sistema pinochetista chileno busca aprovechar la oportunidad de la imposición de una “nueva” constitución para apretar un poco más las tuercas y poder controlar con más eficacia el próximo estallido, que evidentemente será bastante más fuerte que el actual considerando el desarrollo de la crisis capitalista mundial.
Frente a los capítulos de la “nueva” constitución pinochetista, elaborados por los “expertos” (que son principalmente elementos vinculados a la derecha) respetando los 12 Bordes intocables ante cualquier cambio, cabe comparar el derecho clásico burgués y el derecho nazi que se está aplicando, principalmente en Chile, pero que es parte de la cuestión jurídica en casi todo el mundo.
El derecho clásico burgués fue desarrollado por los Iluministas, principalmente por Cesare Beccaria y Rousseau, con alguna interferencia anterior de Montesquieu, en un proceso que venía desde Maquiavelo, con su conocida obra El Príncipe, de 250 años atrás.
Los principios establecidos por Beccaria en su célebre libro “De los Delitos y las Penas”, publicado en 1764, tuvieron enorme influencia sobre la Constitución de los Estados Unidos de América y sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Junto con Beccaria, Jean–Jacques Rousseau tuvo enorme influencia sobre la Gran Revolución Francesa y el Código Napoleónico que fue una pieza principal que permitió el desmonte de la estructura de la sociedad fiscal.
Algunos principios del Derecho Clásico burgués
Los iluministas nunca hablaron de separación de poderes.
En la Revolución Francesa no había separación de poderes y sí una asamblea nacional que cumplía ambas funciones.
La función del Poder Judicial era apenas la de aplicar las leyes; nunca de interpretarlas.
La idea de la separación de los poderes había sido teorizada por Montesquieu principalmente, bajo la influencia del funcionamiento del sistema inglés que se había formado después de la Revolución Gloriosa (1688-1689).
Mientras Montesquieu pensaba bajo el principio de la monarquía constitucional, los iluministas y los revolucionarios franceses pensaron bajo el calor de los grandes cambios.
El Derecho clásico burgués fue de apoco siendo cambiado y derechizado.
Con el arribo del fascismo en Italia hubo cambios importantes que se acentuaron mucho con el nazismo en Alemania, principalmente después de Roland Freisler haber sido designado como Ministro de la Justicia en 1942.
Hoy en día los sistemas jurídicos aplican mucho más los modelos del nazi-fascismo que el de los Iluministas.
La burguesía en crisis hoy en día no consigue convivir ni con un parlamento super corrupto. Precisa de la dictadura total para mantener sus privilegios.
Es nuestro papel como luchadores sociales y revolucionarios rescatar los principios del Derecho moderno y contraponérselo a la aberración de lo que existe en la práctica.
Nosotros somos a favor de que:
1. Todos los derechos fundamentales estén en las manos del Parlamento, que es elegido por el pueblo.
2. Que los parlamentarios elijan a los miembros del Poder Ejecutivo.
3. Que los diputados tengan algunas restricciones que les dificulte su corrupción; como salarios reducidos y la posibilidad de ser revocados de sus cargos en cualquier momento por sus bases, si no cumplen con sus mandatos.
4. Que los jueces no tengan enormes privilegios y se conviertan en una casta al servicio de los ricos.
5. Que los jueces de las segundas instancias sean electos, con la posibilidad de revocación.
6. Que las Supremas Cortes sean abolidas, ya que el papel de la Justicia es aplicar las leyes y no crearlas. Y mucho menos que el país sea controlado burocráticamente por una docena de jueces, que le facilita el poder de corrupción a los grandes empresarios.
7. Acabar con la situación invertida que tenemos hoy en que la Suprema Corte puede definir si una Ley es Constitucional, poniéndose por arriba del Poder Legislativo.
8. Eliminar la autonomía de las policías, Fiscalía, Banco Central, que nadie los eligió y que se han transformado en super figuras jurídicas al mando de los ricos. Todos los poderes del estado deben ser controlados por los diputados elegidos por el pueblo.